La fuerza del espíritu es la verdadera fortaleza Koichi Toei
El vocablo japonés 'KI' es muy dificil de traducir. Podría compararse con el 'PRANA' indio o el 'CHI' Chino, en su doble manifestación Yin y Yang. Aparece esta palabra en muchas expresiones japonesas expresando una gran varidad de ideas y conceptos. Podríamos decir que es una suerte de energía universal que da vida y alienta todo lo existente y tiende siempre a buscar la armonía de los opuestos. Se manifiesta en el hombre a través de la actitud.
El hombre recibe permanentemente esta energía y es lo que le permite conservar la vitalidad. Pero la vitalidad dependerá siempre del grado de armonía que logre establecer con sigo mismo y con el entorno con el que se relacione.
El KI podría ser una alegoría de los procesos que tienen lugar a partir de las reacciones físicas y químicas que se producen en el sistema nervioso.
Desde una perspectiva esotérica, esta energía se manifiesta en forma de una 'vibración' que, oscilando en diferentes velocidades interpreta las ondas vibratorias que recibimos a partir de los órganos sensoriales. El pensamiento, también sería una 'vibración' de manera tal que cada tipo de pensamiento tiene una frecuencia vibratoria capaz de ejercer una influencia notable en el propio cuerpo. Cuando una persona está alterada (digamos ansiosa, nerviosa o deprimida) las 'vibraciones' metales producirían un efecto negativo sobre el organismo, de manera tal que le resulta muy dificil conservar la serenidad y la calma.
La filosofía que trasciende este concepto es que el organismo está en integrado al universo en tanto mantiene un intercambio constante con él y todo cambio en este sentido lo afecta.
El 'KI' se manifiesta en nuestro organismo a través de nuestras actitudes, la postura corporal y los gestos en tanto es posible adquirir un tono muscular óptimo. No se trata entonces de una concepción intelectualizada apartada de la realidad sino que pertence claramente al mundo físico de las sensaciones.
Para percibir el KI es preciso concentrarse a fin de sintonizar la frecuencia adecuada, esto es, adoptar una actitud receptiva. Una forma práctica de lograrlo es visualizar al aire que respiramos alimentando nuestro organismo y hacer cociente el proceso ininterrumplido del flujo de recepción-emisión a partir del cual establecemos el intercambio con el universo. La respiración abdominal propicia esta actitud menta de unificación y control del cuerpo y la mente.
Para los orientales, el equilibrio psicosomático depende de la capacidad para recibir el 'KI'. Esta energia fuye o circula a través del cuerpo según nuestra habilidad para hacerla fluir. Si los miembros del cuerpo están rígidos o el estado mental es negativo, estamos impidiendo la circulación del KI, la vitalidad decrece y nuestros movimientos son torpes o pesados.
Pero en definitiva, desarrollar el KI no es más que utilizar de forma positiva y unificada mente, cuerpo y espíritu.